Comentario
Forma pareja bajo otra arcada de la Loggia dei Lanzi con el Perseo de Cellini el grupo marmóreo del Rapto de las Sabinas, original en mármol del escultor francoflamenco Jean de Boulogne (nacido en 1524 en Douai, cerca de Boulogne-sur-Mer, en la costa del Canal de la Mancha). Vino a Italia al mediar el siglo y aquí será conocido como Giambologna. Se relacionó con Miguel Angel en Roma, con Ammannati y Cellini en Florencia, ciudad para la que trabajó con preferencia. Fue hábil cultivador tanto de la talla en mármol como de la fundida en bronce, e incluso no desdeñó la figura broncínea a escala menuda.
Sus interpretaciones mitológicas, como el Mercurio volador (1564) en el Bargello, de la que hay muchas réplicas y reducciones, o la Venus de la villa de Petraia, cuentan entre lo más dinámico y ágil del Manierismo miguelangelesco. Llegó a esculpir en enorme roca el gigante Apenino de la villa de Pratolino (hoy Demidoff). Pocos han logrado adaptar el dinamismo helicoidal a grupos de dos figuras como hizo en La Virtud que vence al Vicio (mármol de 1567 en el Bargello) o de tres cuerpos entrelazados con destreza como en el citado Rapto de las Sabinas o Las tres edades (1583), en la Loggia dei Lanzi.
Giambologna dotó a la ciudad de Bolonia de uno de sus adornos más estimados, la Fuente de Neptuno (1563-1567), emplazada en el centro de la urbe, bronce de excelente torsión manierista en el musculoso dios marino, sobre un pedestal marmóreo aristado de putti con delfines y arpías que convierten en surtidores sus pechos. Alguna de las náyades de la fontana del Biancone florentino de Ammannati fue obra de Giambologna. Para Génova fundió en bronce igualmente dos solemnes y serpentinas alegorías de la Esperanza y la Caridad que adornan la sede de la Universidad. Claroscuro acusado empleó en el San Lucas, de Orsanmichele.
Dio nobleza y majestad a los monumentos ecuestres que modeló para Florencia, donde preside la plaza de la Señoría el de Cosme I, y la de La Annunziata el de Femando I. Este último fue fundido por su continuador Pietro Tacca, autor de la fontana manierista de la misma plaza, quien también pasó a bronce para Madrid la estatua a caballo de Felipe III, ahora en el centro de la Plaza Mayor, que Juan de Bolonia había modelado antes de su muerte.
La menor abundancia que se da entre los escultores presentes en Roma en las décadas finales del Manierismo, si exceptuamos la labor de Ammannati en Bomarzo, tiene explicación en la animadversión de los Papas de la Contrarreforma hacia la escultura. Uno de los autores de fontanas como la de las Tortugas es Taddeo Landini, más original que los estatuarios procedentes de Lombardía, como lo era Guglielmo della Porta, que apenas hizo otra cosa que emular las estatuas tendidas de Miguel Angel en las tumbas mediceas. Flanquea con dos figuras acodadas de Virtudes el sarcófago que guarda en el coro de la Basílica Vaticana los restos de Paulo III, al que retrata en bronce en parte dorado con bordada capa pluvial. El trío de estatuas en triángulo tendrá sucesión en Bernini y sus continuadores.